Lucas Cranach el Viejo (1472-1553), contemporáneo de Durero, propagandista de Martín Lutero y pintor al mismo tiempo de sinuosos desnudos de heroínas bíblicas o mitológicas, es objeto de una gran exposición que comienza este sábado en la Royal Academy of Arts londinense.
Semanas antes de su inauguración, la exposición armó un cierto revuelo cuando el Metro londinense decidió no admitir como cartel anunciador en sus túneles uno de sus desnudos femeninos más famosos, que muestra a una Venus de felina sonrisa cubierta sólo con una gasa tan transparente como provocativa.
Cranach fue un artista de enorme éxito material. Ocupó durante varios años el cargo de burgomaestre de Wittenberg, ciudad íntimamente vinculada a la reforma del fraile agustino -en su castillo clavó Lutero sus 95 tesis contra el negocio de las indulgencias- y corte de Federico III el Sabio, príncipe elector de Sajonia.
Sus pinturas e imágenes tuvieron una enorme demanda entre los ricos coleccionistas alemanes y su estudio, convertido casi en factoría, produjo numerosas réplicas, entre ellas de sus fascinantes desnudos femeninos.
Destacan éstos por un elegante y entre ingenuo y taimado erotismo que aún hoy, época de saturación sexual, sigue sorprendiendo por la forma, entre disimulada y coqueta con que esas heroínas bíblicas miran muchas veces al espectador.
Pintor enormemente versátil, Cranach pintó en su etapa de Viena, ciudad donde comienza a saberse algo de su vida, excelentes retratos de humanistas y otros personajes relacionados con su nueva universidad.
De esa época son también obras devocionales como "La Crucifixión", en las que destaca su maestría como paisajista, o su espectacular "Martirio de Santa Catalina" (hacia 1505), obra que presagia su actividad en Wittenberg como pintor de cámara de Federico el Sabio.
Gran cultivador del retrato, Lucas Cranach pintó varios de su amigo Martín Lutero, de los que se hicieron también numerosas reproducciones que se difundieron rápidamente por toda Europa, contribuyendo a la difusión de la Reforma protestante.
Sus grabados para la primera edición del Nuevo Testamento, traducida por el propio Lutero en 1522 y considerada una obra fundamental desde el punto de vista no sólo religioso sino del alemán moderno, alcanzaron también enorme popularidad.
Su amistad con aquel monje excomulgado por el Papa León X y su colaboración con el también teólogo reformista Felipe Melanchton no impidió a Cranach, sin embargo, atender los pedidos del rival de ambos, el arzobispo de Maguncia y cardenal Alberto de Hohenzollern.
Cranach retrató al famoso cardenal, aunque no del natural sino copiándolo del famoso grabado de Alberto Durero, y representándolo como San Jerónimo en su estudio, rodeado de animales.
También se deben a sus pinceles piezas de retablo para la catedral de Maguncia y diversas tablas devocionales para su arzobispo así como para otros mecenas católicos.
Cranach, llamado así por la ciudad alemana donde nació (Kronach), supo satisfacer en todo momento los deseos de sus patronos, y así pintó también lo mismo escenas bíblicas o de martirios de santos que espectaculares partidas de caza, a la que tan aficionados eran sus benefactores.
También dibujó con su taller centros de mesa para banquetes, escudos heráldicos y todo tipo de enseñas, e hizo también los grabados del lujoso catálogo de la colección de reliquias del príncipe elector Federico.
Su holgada posición de pintor de cámara de Federico terminó con la derrota que infligió a éste Carlos I de España y V de Alemania en 1547, año en que Cranach se trasladó primero a Augsburgo y luego a Weimar, donde moriría a la edad de 81 años.
La exposición de la Royal Academy, organizada conjuntamente con el museo Städel, de Fráncfort, y que estará abierta hasta el 8 de junio, permite al visitante hacerse una idea muy completa de la extraordinaria maestría y versatilidad de un pintor cuya influencia llega hasta Picasso, Modigliani y, actualmente, el estadounidense John Currin.
Cranach fue un artista de enorme éxito material. Ocupó durante varios años el cargo de burgomaestre de Wittenberg, ciudad íntimamente vinculada a la reforma del fraile agustino -en su castillo clavó Lutero sus 95 tesis contra el negocio de las indulgencias- y corte de Federico III el Sabio, príncipe elector de Sajonia.
Sus pinturas e imágenes tuvieron una enorme demanda entre los ricos coleccionistas alemanes y su estudio, convertido casi en factoría, produjo numerosas réplicas, entre ellas de sus fascinantes desnudos femeninos.
Destacan éstos por un elegante y entre ingenuo y taimado erotismo que aún hoy, época de saturación sexual, sigue sorprendiendo por la forma, entre disimulada y coqueta con que esas heroínas bíblicas miran muchas veces al espectador.
Pintor enormemente versátil, Cranach pintó en su etapa de Viena, ciudad donde comienza a saberse algo de su vida, excelentes retratos de humanistas y otros personajes relacionados con su nueva universidad.
De esa época son también obras devocionales como "La Crucifixión", en las que destaca su maestría como paisajista, o su espectacular "Martirio de Santa Catalina" (hacia 1505), obra que presagia su actividad en Wittenberg como pintor de cámara de Federico el Sabio.
Gran cultivador del retrato, Lucas Cranach pintó varios de su amigo Martín Lutero, de los que se hicieron también numerosas reproducciones que se difundieron rápidamente por toda Europa, contribuyendo a la difusión de la Reforma protestante.
Sus grabados para la primera edición del Nuevo Testamento, traducida por el propio Lutero en 1522 y considerada una obra fundamental desde el punto de vista no sólo religioso sino del alemán moderno, alcanzaron también enorme popularidad.
Su amistad con aquel monje excomulgado por el Papa León X y su colaboración con el también teólogo reformista Felipe Melanchton no impidió a Cranach, sin embargo, atender los pedidos del rival de ambos, el arzobispo de Maguncia y cardenal Alberto de Hohenzollern.
Cranach retrató al famoso cardenal, aunque no del natural sino copiándolo del famoso grabado de Alberto Durero, y representándolo como San Jerónimo en su estudio, rodeado de animales.
También se deben a sus pinceles piezas de retablo para la catedral de Maguncia y diversas tablas devocionales para su arzobispo así como para otros mecenas católicos.
Cranach, llamado así por la ciudad alemana donde nació (Kronach), supo satisfacer en todo momento los deseos de sus patronos, y así pintó también lo mismo escenas bíblicas o de martirios de santos que espectaculares partidas de caza, a la que tan aficionados eran sus benefactores.
También dibujó con su taller centros de mesa para banquetes, escudos heráldicos y todo tipo de enseñas, e hizo también los grabados del lujoso catálogo de la colección de reliquias del príncipe elector Federico.
Su holgada posición de pintor de cámara de Federico terminó con la derrota que infligió a éste Carlos I de España y V de Alemania en 1547, año en que Cranach se trasladó primero a Augsburgo y luego a Weimar, donde moriría a la edad de 81 años.
La exposición de la Royal Academy, organizada conjuntamente con el museo Städel, de Fráncfort, y que estará abierta hasta el 8 de junio, permite al visitante hacerse una idea muy completa de la extraordinaria maestría y versatilidad de un pintor cuya influencia llega hasta Picasso, Modigliani y, actualmente, el estadounidense John Currin.
Fuente: EFE
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