La colección Estorick, de Londres, especializada en las vanguardias italianas, celebra sus diez años con una exposición que reúne obras de Giacomo Balla, Carrá, Modigliani, Morandi, Russolo, Severini y Sironi, entre otros.
Como explicó el director de la galería Tate, Nicholas Serota, se trata de "una de las colecciones de arte italiano de comienzos del siglo XX más importantes del mundo".
"La colección, dijo Serota al inaugurarse la exposición, debe su origen a la visión y el juicio extraordinarios de Eric Estorick, que supo valorar la importancia del arte cuando apenas se le prestaba atención".
Eric Estorick (1913-1993) fue un sociólogo neoyorquino, hijo de inmigrantes judíos de Rusia, que comenzó a coleccionar obras de arte del futurismo y otros movimientos italianos de vanguardia cuando vino a vivir al Reino Unido tras la Segunda Guerra Mundial.
Durante su luna de miel en Suiza con Salomé Dessau, con la que se había comprometido a bordo del transatlántico Queen Elizabeth, Estorick conoció a un profesor de terapia artística llamado Arturo Bryks, quien le habló del libro "Pittura, Scultura Futuriste" (1914), de Umberto Boccioni.
Aquel libro marcó un punto de inflexión en su vida ya que despertó su pasión por el arte italiano.
Antes de regresar a Inglaterra, los Estorick viajaron con Bryks a Milán, donde visitaron el estudio del artista Mario Sironi, en el que compraron tantos dibujos y cuadros como cabían en su automóvil "Packard Convertible".
El arte de Sironi (1885-1961) tuvo una importancia fundamental en el desarrollo de la colección de Estorick, como ocurrió también con otro artista, Massimo Campigli, a quien conoció también a través de Bryks y del que llegó a poseer en cierto momento más de ochenta obras.
En los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, Estorick llevó a cabo numerosas transacciones artísticas además de organizar una serie de exposiciones en Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y otros países europeos.
En 1960, Estorick, convertido ya en un marchante a tiempo completo, inauguró en Londres la galería Grosvenor, que prosperó sobre todo gracias a sus contactos americanos.
Estorick asesoró al multimillonario Paul Getty a finales de los cincuenta y logró vender obras a actores o directores de Hollywood como Lauren Bacall, Tony Curtis, Burt Lancaster, Edward G. Robinso o Charles Vidor.
La galería Grosvenor cerró su espacio de cara al público en 1974, pero volvió a abrir en 1993, el año de la muerte de Eric Estorick, con una exposición de obras sobre el papel de Sironi, a la que siguieron otras de artistas tan conocidos como Alexander Calder, André Derain, Henri Matisse, Henry Moore o Marc Chagall.
Aunque en 1961 se subastaron en Milán muchas de las obras italianas de Estorick, éste conservó las obras maestras de la colección, de las que algunas fueron prestadas a la galería Tate.
En 1979, el Gobierno de Roma se interesó por la compra de la colección de arte italiano de Estorick, pero éste rechazó la oferta.
Poco después de la muerte de su esposa, Estorick y sus dos hijos crearon la fundación que lleva su nombre, a la que donaron las obras italianas que seguían en su poder, y que se financió gracias entre otras cosas a la venta de un raro bodegón cubista de Marc Chagall y un paisaje de Murnau de Wassily Kandinsky.
Desde que se inauguró la colección Estorick se han adquirido nuevas obras, entre ellas un retrato de Carlo Fontana por Giacomo Balla, anterior a la militancia de este último en el movimiento futurista.
"La colección, dijo Serota al inaugurarse la exposición, debe su origen a la visión y el juicio extraordinarios de Eric Estorick, que supo valorar la importancia del arte cuando apenas se le prestaba atención".
Eric Estorick (1913-1993) fue un sociólogo neoyorquino, hijo de inmigrantes judíos de Rusia, que comenzó a coleccionar obras de arte del futurismo y otros movimientos italianos de vanguardia cuando vino a vivir al Reino Unido tras la Segunda Guerra Mundial.
Durante su luna de miel en Suiza con Salomé Dessau, con la que se había comprometido a bordo del transatlántico Queen Elizabeth, Estorick conoció a un profesor de terapia artística llamado Arturo Bryks, quien le habló del libro "Pittura, Scultura Futuriste" (1914), de Umberto Boccioni.
Aquel libro marcó un punto de inflexión en su vida ya que despertó su pasión por el arte italiano.
Antes de regresar a Inglaterra, los Estorick viajaron con Bryks a Milán, donde visitaron el estudio del artista Mario Sironi, en el que compraron tantos dibujos y cuadros como cabían en su automóvil "Packard Convertible".
El arte de Sironi (1885-1961) tuvo una importancia fundamental en el desarrollo de la colección de Estorick, como ocurrió también con otro artista, Massimo Campigli, a quien conoció también a través de Bryks y del que llegó a poseer en cierto momento más de ochenta obras.
En los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, Estorick llevó a cabo numerosas transacciones artísticas además de organizar una serie de exposiciones en Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y otros países europeos.
En 1960, Estorick, convertido ya en un marchante a tiempo completo, inauguró en Londres la galería Grosvenor, que prosperó sobre todo gracias a sus contactos americanos.
Estorick asesoró al multimillonario Paul Getty a finales de los cincuenta y logró vender obras a actores o directores de Hollywood como Lauren Bacall, Tony Curtis, Burt Lancaster, Edward G. Robinso o Charles Vidor.
La galería Grosvenor cerró su espacio de cara al público en 1974, pero volvió a abrir en 1993, el año de la muerte de Eric Estorick, con una exposición de obras sobre el papel de Sironi, a la que siguieron otras de artistas tan conocidos como Alexander Calder, André Derain, Henri Matisse, Henry Moore o Marc Chagall.
Aunque en 1961 se subastaron en Milán muchas de las obras italianas de Estorick, éste conservó las obras maestras de la colección, de las que algunas fueron prestadas a la galería Tate.
En 1979, el Gobierno de Roma se interesó por la compra de la colección de arte italiano de Estorick, pero éste rechazó la oferta.
Poco después de la muerte de su esposa, Estorick y sus dos hijos crearon la fundación que lleva su nombre, a la que donaron las obras italianas que seguían en su poder, y que se financió gracias entre otras cosas a la venta de un raro bodegón cubista de Marc Chagall y un paisaje de Murnau de Wassily Kandinsky.
Desde que se inauguró la colección Estorick se han adquirido nuevas obras, entre ellas un retrato de Carlo Fontana por Giacomo Balla, anterior a la militancia de este último en el movimiento futurista.
Fuente: EFE
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